domingo, 6 de noviembre de 2011

Charlando con Gui

Maupiti, Polinesia Francesa. Conozco a Gui desde hace muchos años. Siempre que vengo a la isla charlo largamente con él. Me da paz y tranquilidad, si es que aún me queda sitio para más. El día que me fui tras mi primera visita, en 2002, Gui me sorprendió con un discurso sobre mi persona que me quedó grabado para siempre.

Gui es el único artesano que queda en Maupiti. Tiene una salud delicada. Habla pausadamente y siempre ríe. Trabaja la madera. Hoy me enseña su último trabajo: se ha especializado en la piragua de Maupiti, una piragua que, aquí, es doble.

Recientemente ha finalizado dos, una (tira) de pesca de altura, y otra (va'a) de la pêche-aux-cailloux en el lagon. Ambas son preciosas y hechas con gran esmero y amor. Utiliza la madera del árbol del pan (uru).

Con la ayuda de un mapa, Gui me explica las antiguas técnicas de pesca en la isla. Me indica que en la piragua doble iban 12 personas en total, dos remeros en proa y dos en popa, y dos en medio para las tareas de pesca. En el otro flotador iban las otras 6, igualmente distribuidas. Del medio salía un gran palo pendular proyectado hacia delante, de cuyo extremo colgaba el hilo con el anzuelo. Cuando picaba el pez, estiraban el palo hacia el centro y los pescadores subían la presa.




“Gui, me encantaría llevarme la grande, pero es que no me cabe en la maleta...je prends celle du lagon, d’acord?”

“Bien sûr mon ami, aucun problème”

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