sábado, 4 de febrero de 2012

Retirarse a una isla

Vila do Maio, Maio, Cabo Verde. Estos días en Maio, entre la gripe y el mal tiempo, he tenido cierto tiempo para pensar en eso de “retirarse a una isla tranquila”, algo que seguro que a todos nos ha pasado por la cabeza alguna vez, especialmente en momentos de presión laboral o social. La idea no es alocada, pero habría que elegir muy bien “la isla”.

Aquí en Maio he conocido varios casos, la mayoría alemanes, otros italianos, algún que otro francés, y un español. En general, todos aseguran que están contentos con su decisión, pero yo tengo mis dudas de que Maio sea la mejor elección.

En los cuatro días que llevo en la isla he podido constatar que el plan del día de esos “retirados” es el mismo que el de ayer, o el de antes de ayer: desayunar, bajar a la playa a tomar algo, leer, comer, seguir en la playa y volver a casa. Muchos vienen huyendo de situaciones adversas: éste se divorció y no puede pagar lo que le toca, al otro le dejó la mujer, a aquella otra le diagnosticaron no sé qué, aquél no puede volver a su país porque le persigue la justicia, etc...o sea que una vez aquí, te encuentras con lo que te encuentras, y puede que no te guste. Demasiado arriesgado.

Durante el invierno la temperatura es muy agradable, ronda los 20-25º y apetece bañarse en el mar. Pero en verano dicen que el calor es insoportable y la humedad altísima. Si a esto le sumamos una limitada lista de actividades alternativas, poca infraestructura, epidemias de dengue, y unos colegas “plasta”, ya te regalo el susodicho retiro.

El español es el único que admite que si aquí no tienes una actividad, te mueres. El está casado con una maiense y vive en un pueblo perdido en el interior de la isla. Ese sí que es auténtico.

Por otro lado, estoy seguro que el isleño, el maiense en este caso, tiene que sentirse incómodo con tanto extranjero. Un colectivo africano que vivía apartado, a su ritmo, con sus costumbres ancestrales, se ve repentinamente "invadido" por unos seres de otro color, ya un poco entrados en edad, que se instalan aquí, y se dedican a “no hacer nada” mientras ellos tienen que seguir trabajando. ¿Qué será de Vila do Maio cuando se terminen de construir los 180 apartamentos de las salinas, se complete el complejo de Stella Maris y se vendan todas las casa de Ponta Preta?


Y al final uno se pregunta: si Alemania es tan fantástica como nos cuentan cada día los medios de comunicación, con su economía modelo, su política eficiente y su éxito como país y sociedad ¿cómo es que Canarias, Mallorca, Madeira, Cabo Verde, Grecia, Chipre, y tantos otros lugares aparentemente mucho menos “fantásticos” está a rebosar de alemanes que han acabado allí? ¿No será que donde realmente se vive bien es en esos lugares, y no en Alemania? Yo no tengo ninguna duda, pero ojo, no es oro todo lo que reluce, y hay que elegir muy bien ese lugar de retiro.

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