martes, 29 de mayo de 2012

La costa sur de Martinica

Sainte-Anne, Martinique. Amanece en el pequeño puerto pescador de Le Robert, frente a una de la bahías más bonitas de la isla. Prosigo mi tour-de-l'île dirección sur, bordeando la costa atlántica por la N6. Lo primero que me encuentro es una nueva destilería, l'Habitation Clément.

Homère Clément era un joven mulato martinico de Saint Pierre que se fue a estudiar medicina a Francia. Cuando volvió en 1885 se convirtió en un empresario ilustre al comprar estas tierras y fundar una de las destilerías más famosas de la isla. El lugar vale la pena una visita. 


La vieja mansión, hoy restaurada y amueblada a la antigua, sirvió de nuevo como sede para otra de esas reuniones de jefes de estado, en esta ocasión entre François Mitterrand y George Bush, en la que discutieron sobre la guerra del golfo. Nosotros, los españoles, los llevamos a Doñana y los franceses se los traen a Martinica.

Merodeando por la fantástica habitation, me encuentro de sopetón con un majestuoso caballo negro, silencioso, ávido de caricias.

Prosigo hacia el sur, y me cruzo con otra habitation, la de Malevaut, pero saturado ya de tanta habitation, paso y me dejo tentar por las bellas playas de Macabou y sus aguas verdes. Allí me pego un baño improvisado pues con tanta visita, si me despisto un poco más igual no me baño ningún día en Martinica.
Más al sur, llego al Cap Chevalier, donde los manglares se alternan con las playas. Unas barcas de pescadores ponen la nota de color mientras una mujer limpia la pesca del día.
Se acerca ese momento del día en que uno tiene que pensar dónde va a pasar la noche. Me asomo por Sainte-Anne, una pequeña comuna de este extremo sur de la isla, tranquila pero la más turística de Martinica. Desde allí se divisa una preciosa vista de la costa sur.
Ahora sí, debo buscar un hotel. Saliendo de Sainte-Anne me encuentro con un cartel que pone Club Mediterranée "Les Bucaniers". "Ostras, quizás me merezco una excepción" -pienso en mis adentros improvisando una excusa convincente- "voy a preguntar si hay sitio, total, no va a haber pues es agosto y no tengo reserva". Extrañado de verme entrar sin reserva (debo ser el primer turista que lo hace) un simpático recepcionista francés me dice que sí, que les queda un bungalow libre. "Oye, en la vida hay que probarlo todo y yo nunca he estado en un Club Med: ahora o nunca"

"¡Pues ahora!"

Mañana os cuento.

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