martes, 8 de mayo de 2012

Por las calles de Stone Town


Stone Town, Zanzíbar. Stone Town es la ciudad perfecta para dejar volar la imaginación y la fantasía. Sus edificios y palacios, construidos en su mayor parte entre 1830 y 1930, muestran ese aspecto colonial, antiguo, poco cuidado, tan característico de los lugares exóticos.

En Stown Town se mezclan las medinas árabes con los bazares indios, los edificios portugueses, con los británicos, los hombres y mujeres africanos con los asiáticos y los europeos, los vestidos exóticos con los atuendos elegantes. Fueron los portugueses, en el año 1503, los primeros occidentales en llegar y en comercializar con la gente local. Decidieron instalarse y construir una ciudad con puerto.

Pero las riquezas que ofrecía la isla atrajeron a los vecinos sultanes de Omán que acabaron por sacar a los portugueses y hacerse dueños y señores del lugar a partir del siglo XVII. Uno de ellos, Seyyid Saïd incluso decidió instalar su gobierno aquí, en 1832. Fue durante su mandato cuando Zanzíbar se erigió como un lugar clave en el tráfico de las especias. La especialidad de la isla, todavía hoy en día, era el clavo o girofle. El sultán creo innumerables plantaciones de árboles del clavo por toda la isla, que eran explotadas por los esclavos. En 1859, Zanzíbar produjo dos millones y medio de toneladas de este fruto. Con tanto potencial, aumentó también el comercio de esclavos, que llegó a sumar en un siglo, más de un millón.

Más tarde, Zanzíbar, pasó a manos alemanas y finalmente, en 1890, a los ingleses, que la intercambiaron con los alemanes por la pequeña isla de Heligoland, en el mar del Norte. Los británicos derrocaron al sultán en 1896 y abolieron la esclavitud. Hasta el año 1964, la isla vivió en una especie de falta de identidad: los descendientes de los omanís conservaban aún puestos importantes en la vida política y comercial de la isla, los indios tenían el poder comercial, y los africanos descendientes de los esclavos, esperaban su hora. Al final de la segunda guerra mundial emergió un movimiento independentista, que culminó en 1963, y al que siguió un golpe de estado. 


Desde 1964 Zanzíbar forma parte de Tanzania. Ese año, su gobernador, Karume, condujo a la isla a la ruina económica. Ocho años más tarde fue asesinado y, desde entonces, sus sucesores han hecho todo lo posible por mejorar el país. Hoy sobrevive en gran parte gracias al turismo, con 60.000 visitantes al año que aportan un tercio de la economía. Aún así, el millón de habitantes que habitan esas tres islas vive en su mayoría en medio de la pobreza y en condiciones de higiene y salud muy precarias.

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