sábado, 13 de octubre de 2012

Cena en el restaurante español de Tapana, Vava'u


Tapana, Islas Vava'u, Tonga. Hoy amanece con un sol rabioso que me invita a hacer algo relacionado con el mar. Los de la compañía Orion me proponen un paseo en kayac alrededor de la pequeña isla de Tapana donde unos españoles regentan un restaurante.

Un taxi me lleva a Anno Beach y allí me recoge Larry, el propietario del trimarán y los kayacs. Le acompaña una chica alemana.

Agarro uno de los kayacs y de repente me encuentro solo, en un mar con toda clase de tonalidades verdes y azules. Opto por dar la vuelta a la isla de Tapana, parando en lugares insólitos. No se ve a nadie más. Al cabo de un rato me acerco al islote de al lado, donde "aparco" el kayac en la orilla y hago un poco de snorkling. Sin avisar, aparece un banco de peces enorme, calculo que de un millón o dos, en agua somera. Los alcatraces también lo han visto y se dejan caer como proyectiles. Una vez remontado en mi kayac veo la aleta negra de un tiburón que se acerca a curiosear, tanto, que lo espanto con un golpe de remo, no sea que decida dar un bocado adonde no debe.

Al cabo de 2h de paseito aparco el kayac en la playa frente al restaurante de los españoles. Me presento y grito ¡"Hola"! Aparece Eduardo, un español de unos 40 y pico, que me recuerda a Robinson Crusoe. Se alegra de verme. Subo hasta la sala y me presenta a María, su mujer. Miro a las paredes y no puedo creer lo que veo: posters de corridas de toros, banderas españolas, tricornios de guardia civil, guitarras, porrones, botas de vino...aquí, en un isla perdida de Tonga.

Hoy también acaba de llegar de visita un matrimonio español, de Murcia, que viajan por todo el mundo desde hace dos años en su velero Calcetines, curioso nombre para un catamarán.

Por la noche María está atareada cocinando dos paellas para unos clientes americanos que vienen a cenar al restaurante. En la entrada Eduardo ha colocado un cartel que pone "Paella y show flamenco con tapas: 45T$". Por ahora me colocan en una mesa, solo. Luego cenaré con los españoles y una pareja neozelandesa amigos suyos cuando acabe el "show flamenco". Pero..¿qué será ese show? Un minuto después de preguntármelo aparece Eduardo en escena con una falda naranja, capa negra y un tricornio en la cabeza, cantando el "clavelitos" ¡Tierra trágame! ¿Pero qué esta esperpenticidad? No me lo puedo creer. Miro a ver qué cara ponen los americanos. Permanecen normales, seguramente pensando que están asistiendo a un show flamenco normal y corriente.

Sigue la cena, y tras ese "aperitivo" surrealista comienza el show de Eduardo, todavía más fuera de este mundo: una sarta de canciones desafinadas, mal acompañados a la guitarra, con letras inventadas en brasileño, inglés, cubano. No doy crédito... Por si fuera poco, Maria toca las maracas y un tongano no identificado, los bombos. Total, el espectáculo más surrealista al cual he asistido nunca; una burla descarada al sistema, digno de la mejor película de Santiago Segura.

Al acabar el espectáculo se van los "clientes", seguramente alucinados, y nos quedamos los españoles cenando. Al acabar la velada se ha hecho tarde y no puedo volver a mi hotel, situado en otra isla. Total que María me ofrece una "cama" en el pajar. Mañana os cuento cómo fue, porque la nochecita merece un post entero.

1 comentario:

  1. Xaaaviiii, estic plorant de tant riure!!!
    Ja estic frisant per saber com va acabar la nit.

    ResponderEliminar