domingo, 9 de diciembre de 2012

Excursión en barco por el norte de Efate

Port Vila, Isla Efate, Vanuatu. Hoy, mi último día en Vanuatu, me apunto a la excursión a la islita de Moso (también conocida como Tranquility), al norte de Efate. La carretera hasta el lugar es larga y no está asfaltada, como la mayoría de carreteras en este país.

Al cabo de un buen rato, en un remanso aparece un barco fondeado en la playa. Es el Coongoola, una goleta de 2 mástiles con la que navegaremos el resto del día. Al subir a bordo nos presentamos: somos 32 australianos y yo. Vanuatu es realmente uno de los destinos turísticos más populares para los australianos. Lástima que me cueste tanto entender su acento. Y lástima que vayan todo el día con la cervecita en la mano. Parece que no puedan vivir un minuto sin este apéndice.


Llegamos a una playa desierta donde desembarcamos. Los marineros descargan el material del picnic.


Al acabar nos proponen un snorkling en las cercanías. Embarcamos en el dingui y nos llevan a un lugar de aguas cristalinas repleto de coral y peces tropicales.

Más adelante hacemos una parada en una granja de recuperación de tortugas carey (Eretmochelys imbricata), una especie en peligro crítico de extinción. Su nombre en inglés hawksbill, significa "pico de halcón", por la semejanza de su pico con el de las aves de presa. Aquí recogen los bebés nacidos en la arena y los hacen crecer en piscinitas. Los alimentan con medusas. Creo que la tortuga marina debe ser el único enemigo natural de la medusa. A veces desearía que ese bicho tuviera más enemigos pues es un ser vivo de lo más insulso.

Hoy ceno con los abuelitos australianos que conocí en Bokissa, que también han venido a pasar unos días a Port Vila antes de regresar a su país. No me esperaban. En Bokissa les dije que quizás iría, pero que no era seguro. Peter se alegra un montón al verme. Voy a avisar a Annie. Se va a poner muy contenta -me dice.

Disfrutamos los 3 de una cena encantadora, frente a la laguna. Durante la velada les pregunto qué tal les cayó la pareja neoyorquina que conocimos todos en Bokissa. Me alegro cuando veo que compartimos la misma opinión: a ellos también les explicaron todas sus proezas y hazañas intelectuales igual que lo hicieron conmigo. Unos plastas y engreídos de mucho cuidado.

A sus 71 años, al bueno de Peter
 le ha pasado de todo: derrame cerebral, extracción de un riñón, operación a corazón abierto, sordera en los dos oídos, y el hombre sigue siempre con una sonrisa en la boca y haciendo broma. ¡Qué gusto!

Hoy descanso tranquilo en mi habitación del Breaka's. Mañana comienza mi regreso a casa con escalas en Nouméa, Seul y París. Me espera un largo y agotador viaje. 

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