martes, 12 de marzo de 2013

El wrybill o chorlitejo piquituerto, el único caso de asimetría lateral en las aves


Miranda, North Island, Nueva Zelanda. Mi último día en Nueva Zelanda lo dedico íntegramente a la ornitología. Estoy en Miranda, a unos 90 km al este del aeropuerto de Auckland, en la reserva de aves migradoras. Mi vuelo a Barcelona no sale hasta las 18:50, así que tengo toda la mañana para disfrutar de este fabuloso lugar.

En este país, y sólo aquí, vive una especie con una caractarística única y excepcional en el reino de las aves, y, casi diría yo que en todo el reino de los vertebrados: muestra una asimetría lateral, o dicho de una manera más callejera, el animal por fuera no es simétrico sino que posee un elemento, en este caso su pico, curvado hacia un lado, y este lado es siempre el derecho en todos los individuos. Es el chorlitejo piquituerto (Anarhynchus frontalis, o Wrybill en inglés).

Existe otra familia de aves, esta vez en Eurasia, con un dimorfismo lateral, son los piquituertos (Loxia sp.), en los que la mandíbula superior de su pico se cruza hacia un lado con la inferior, pero a la mitad de los individuos se les cruza por la derecha y a la otra mitad por la izquierda. Vamos, que no está genéticamente programado si van a ser piquituertodiestros o piquituertosiniestros. En cambio, en el caso del chorlitejo piquituerto sí: todos muestran el desvío de su pico hacia la derecha.

Además, ello les condiciona un comportamiento alimenticio marcadamente asimétrico: buscan siempre la comida con la cabeza girada a la izquierda.


Sería interesante averiguar el mecanismo genético por el cual un ave estrechamente emparentada con muchas otras cuyo pico es simétrico (hay muchas especies de chorlitejos en el mundo y ninguna otra muestra esta característica) haya desarrollado esta peculiaridad.  


En Miranda no solo hay wrybills, también hay otras especies interesantes para los ornitólogos europeos como yo, como por ejemplo el correlimos acuminado (Calidris acuminata), muy raramente visible en Europa. Aquí hay 12 hoy.

La reserva ornitológica de Miranda es una de las más importantes de esta región del Pacífico para las aves de marisma que crían en el ártico y que encuentran aquí un lugar idóneo para pasara su invierno.


Una de las cosas que tiene este país (y otros que viven la ornitología intensamente) es que en los cuarteles de los lugares de interés te encuentras con toda clase de información de última hora, por ejemplo, una pizarra con el listado de las especies (incluso con su número) que se han visto ese mismo día en las vecindades. ¡Increíble!

Dentro de los "locals" abunda el ostrero de la isla Sur (Haematopus finschi)

Y las agujas colipintas (Limosa lapponica), quizás la otra estrella del lugar, con unos 3.000 ejemplares.

En cuanto al wrybill, hoy se han contado 1.800. Se mueven todos juntos y cuando levantan el vuelo forman una nube que se desplaza al unísono en una perfecta (e incomprensible) coordinación.




Bueno...ahora sí...el viaje ha tocado a su fin. Me voy de Nueva Zelanda y regreso a Barcelona. Ha sido un gran viaje, lleno de naturaleza y de paisajes. Os lo recomiendo. Y si tenéis que escoger entre la Isla Sur o la Isla Norte...creo que la Sur es una mejor elección.

lunes, 11 de marzo de 2013

La península de Coromandel


Coromandel Town, North Island, Nueva Zelanda. La península de Coromandel es un ancho dedo de tierra que se extiende hacia el norte al este de Auckland. La verdad es que no pensaba encontrarme con algo tan pacífico y bonito cuando anoche decidí en Rotorua pasar mi penúltimo día aquí.

Amanece despejado una vez más. ¡Bien! En Rotorua pongo ruta hacia norte, pero antes quiero hacer una parada en el vecino lago de Rotoiti para intentar ver el zampullín maorí (Poliocephalus rufiopectus). He leído en internet que aquí es uno de los pocos lugares donde se avista el ave. Y efectivamente, al tercer intento veo uno cerca de la orilla. ¡Great!

Contento de sumar un endemismo más a mi lista de “bimbos”, ahora sí pongo comienzo mi ruta 
hacia la península de Coromandel. Comienzo por la costa este, hasta el complejo Tiura/Pauanui, un entresijo de bahías de aguas mansas que invitan a retirarse a vivir una temporada, lejos de los Bárcenas y los Berlusconis. 

Pero no, mi deber es seguir hacia arriba. Me acerco hasta Hahei, otra tentadora localidad para retirarse de este mundo, como probablemente lo ha hecho ya el individuo de la derecha de la foto

Finalmente decido dormir en Coromandel Town, una población de nuevo hecha al estilo película Western.

A la mañana siguiente amanece una vez más sin una nube (perfecto para mí, fatal para el país, que está padeciendo una terrible sequía sin precedentes). Le pregunto al señor del B&B sobre los highlights de la vecindad y me sugiere acercarme hasta la punta norte, en Port Jackson, a 50 km de aquí, en carretera no asfaltada. Un buen trayecto -pienso- espero que valga la pena.

Así que pongo rumbo norte, pasando por infinidad de bosques llenos de helechos-palmera y playas desiertas.





Por fin diviso Port Jackson, en la punta más meridional de la península, que se me aparece como una magnífica playa como por arte de magia, después de un tortuoso y polvoriento trayecto.



Por la tarde digo adiós a la península. Pongo rumbo hacia el sur, y luego remonto por la costa este de Auckland: se acerca el final del viaje. Mi última noche la paso en la pequeña localidad de Clevedon, pero antes habiendo visitado la Birding Coast, donde se concentran miles de aves migratorias procedentes del ártico.

domingo, 10 de marzo de 2013

Wai o Tapu, donde todos los colores existen


Rotorua, North Island, Nueva Zelanda. A 20 min de carretera al sur de Rotorua se encuentra una de las zonas geotérmicas más visitadas del país: Wai-O-Tapu

El "espectáculo" del lugar comienza a 1 km de la zona principal, donde el géiser Lady Knox erupciona cada día a las 10:15 de la mañana. ¿Cómo puede ser tan puntual? ¿Y a una hora tan conveniente? ¿por qué no erupciona a las 3 de la madrugada? Realmente parece imposible tanta casualidad.


Pronto descubro que la esperada erupción no es la cosa más natural de este mundo: está provocada. A las 10 de la mañana todo el mundo se reúne en una especie de grada, esperando a que un encargado del parque introduzca una sustancia tensoactiva dentro de la boca del géiser para activar el chorro. Otro montaje -pienso- pero bueno...la verdad es que mejor así que si lo hiciese de una forma natural a una hora intempestiva.




Al cabo de media hora, cuando el géiser ya no da más de sí, todo el mundo coge el coche de vuelta para pasear por el extenso campo geotérmico, mucho más "natural" que el show del géiser.

En la denominada "paleta del artista" los turistas enloquecen con la fotografía. Es muy curioso este fenómeno social (del cual soy víctima): tenemos la necesidad de sacar una foto de los lugares que nos parecen bonitos, aunque sea con mala luz, o con cámaras sencillas, o con gente de fondo, da igual. ¿No sería más práctico bajársela de internet, gratis, hecha por un profesional, el mejor día del año, con la mejor luz, sin nadie, etc, etc, etc...? 
No. Cada uno quiere la suya, y si hay que hacer cola, se hace y punto:



Algunos anuncios tienen su gracia. Como éste, que parece indicar "no metas tu pie en este hoyo de agua hirviendo"


El paseo por Wai-O-Tapu es largo y está bien señalizado. Al final uno acaba algo colocado por el olor a sulfhídrico, pero caminar entre fumarolas, barros que burbujean gases sulfurosos y géiseres que expulsan agua hirviendo es lo que tiene.


sábado, 9 de marzo de 2013

Rotorua, tierra de maorís

Rotorua, North Island, Nueva Zelanda.Ya desde en el avión y antes de tomar tierra en el aeropuerto de Rotorua, se percibe el olor a huevos podridos, perdón...que soy químico... a ácido sulfhídrico.

Rotorua es una de las zonas geotérmicas más activas y a la vez más accesibles del mundo. Aquí la tierra está caliente, tanto, que las aves que nidifican en el suelo no tienen que incubar sus huevos. Se ven muestras de vulcanismo por todas partes, fuentes sulfurosas, géysers, fumarolas, barro hirviendo, terrazas de silicatos de todos los colores...

Pero todo eso lo reservo para mañana. Hoy paseo por las calles de la ciudad, muy diferentes y mucho más animadas que las de la ciudades de la Isla Sur. Tanto es así que a esta población se la ha llegado a apodar, un tanto exageradamente, Roto-Vegas. También aprovecho para dar una vuelta en coche por su lago.


Rotorua es uno de los destinos más visitados de Nueva Zelanda. El centro de información parece un museo de actividades.



La ciudad tiene unos estupendos jardines al más perfecto estilo inglés, los Gobernment Gardens, que albergan el Rotorua Museum de arte maorí.


Pero la gran diferencia con la Isla Sur (aparte de unos grados más de temperatura) es la presencia de maorís. Así como allí no vi ninguno, aquí en Rotorua, son muy frecuentes. Hace siglos que llegaron, parece ser que procedentes de las Marquesas, y se quedaron aprovechando estas aguas termales para cocinar y para protegerse del frío invernal.


A pesar de la dominancia de la sociedad anglo-sajona, Nueva Zelanda es un buen ejemplo de integración de dos razas con culturas bien diferenciadas. Los maorís constituyen el 15% de la población del país, pero existe una gran proporción de mestizaje. La convivencia es tan buena que alguien dijo una vez que las relaciones entre razas se solucionarán algún día en el seno de Nueva Zelanda.

Vale la pena, aunque sea por sólo una vez, asistir a una de las actuaciones folklóricas de un grupo maorí, incluso sabiendo que es 100% para turistas. El que ofrecen en Te Puia parece uno de los mejores, así que me apunto. Lo primero que me sorprende es que no hay percusión: así como en Polinesia el tambor es parte importantísima del folklore, aquí no existe. Aparte de ceremonias de bienvenida, cantos y demostraciones varias, lo que más destaca es el haka, ese baile guerrero maorí que ha saltado a la fama por ser interpretado por los jugadores de rugby antes de los encuentros. Las caras de los integrantes son francamente divertidas, ricas en expresiones grotescas, cuyo origen era intimidar a las tribus contrarias. Aquí os dejo una selección que no tiene pérdida:








Vamos ¡como para salir corriendo si te encuentras uno por la calle!