jueves, 4 de abril de 2013

Encuentro con el delfín rosado del Amazonas

Anavilhanas, Amazonia, Brasil. Desde noviembre hasta el 28 de junio, el nivel del agua de Río Negro sube hasta 15 metros, según el año. La escalera del embarcadero del lodge indica la altura máxima que el agua ha alcanzado en los últimos años.En estos momentos (principios del mes de abril) el río está creciendo. Veremos hasta donde llega y si va a superar el nivel máximo de 2012 (último escalón). La gente de aquí espera que no sea así porque ello ocasiona grandes problemas en las casas. 

Hoy la canoa nos conduce río abajo, hacia la población de Novo Airão. Desde hace unos años, Marilda, la señora del restaurante del muelle, comenzó a dar de comer a los delfines rosados (aquí denominados botos) ayudándoles a su dieta natural y atrayendo de esa manera la clientela.


Se trata del delfín rosado (Inia geoffrensis), cuyo último censo apunta hacia una población estable y saludable de 300.000 individuos en toda la cuenca. Es uno de los pocos delfines de agua dulce del planeta. Al restaurante acuden diariamente una veintena de ellos, que la hija de la señora, Monique, reconoce individualmente, uno a uno. Aparentemente uno de ellos no fue muy gentil hace unos años, como ella misma nos indica señalando le mordisco que le propinó su “amigo”.

Como no podía ser de otra manera, el agua del Río Negro es de color negro. Contiene una gran concentración de materia orgánica en suspensión que la hace altamente opaca. Además su pH es muy ácido, de 4,8 con lo que las criaturas que habitan sus aguas han debido adaptarse a esas condiciones con el paso de los eones. Por suerte el mosquito no lo hizo con lo que toda esta área está libre de ellos (algo que se agradece profundamente). El delfín, en cambio, sí se adaptó y lo hizo cambiando la vista por la ecolocación (sónar), puesto que en estas aguas uno no alcanza a verse ni la mano. Así que el delfín fue perdiendo la vista y hoy sus ojos son rudimentarios.

Es muy curioso que allí donde vayas, el delfín es un animal que despierta una reacción de simpatía y protección en el ser humano ¿Por qué? Creo que la evolución casualmente le proporcionó una cara que nosotros reconocemos como “simpática”, a diferencia de la expresión “altiva” del camello, o el aspecto “inteligente” del águila. Puras casualidades que nada tienen que ver con el carácter del animal en cuestión, como señalaba en sus libros el gran Konrad Lorenz.

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