martes, 28 de mayo de 2013

Los ferries griegos

Milos, Islas Cícladas, Grecia. Los países constituidos por islas, o que contienen numerosas islas en su territorio, soportan un gasto extra que no tiene el resto: la comunicación y el abastecimiento inter-isla. 

Con más de un centenar de islas habitadas (de las 6.000 que contiene el país), Grecia dispone de un excelente sistema de ferries que las comunica. Su mapa parece uno de esos mapas de metro de las grandes ciudades europeas, con la diferencia de que las estaciones son islas y las vías, agua.

Ayer tarde, mientras estaba dando un tranquilo paseo por el muelle de Adamas, en Milos, me quedé hipnotizado observando el ajetreado ir y venir de los ferries gigantes cargados de gente y de coches que circulan a toda hora por estos mares. Con una precisión digna de admiración, y envueltos de un ruido inmundo de hélices y de torbellinos de agua, me fijo en uno de ellos que se acerca lentamente hasta alcanzar exactamente el lugar asignado en el muelle. En tierra, un policía mantiene a raya a los pasajeros que esperan pacientemente la llegada para embarcar: nadie debe permanecer en el muelle, excepto yo, claro, que me cuelo para tirar alguna fotografía. Con una amabilidad exquisita, el policía de turno me ruega que abandone el lugar porque están a punto de abrirse las compuertas. Por suerte, ya tenía la foto que buscaba, la de la entrada de este post.


domingo, 26 de mayo de 2013

Milos

Milos, Islas Cícladas, Grecia. En un lugar de esta isla, hace aproximadamente dos siglos, el campesino Yórgos Kendrotás encontraba una estatua partida en dos de una hermosa mujer, labrada en mármol blanco, y esculpida por un artista griego allá por los años 100 antes de Cristo. El navegante francés Dumond d'Urville, que casualmente se hallaba en la isla, intentó comprarla al afortunado campesino pero aquél no llevaba suficiente dinero consigo, así que arregló la compra a través del embajador francés en Istambul. Un año después la estatua ya estaba en Francia, en el museo del Louvre, sobre un pedestal que leía Venus de Milo.

Aparte de ser la cuna de una de las estatuas más famosas del arte mundial, Milos es una bella Cíclada de origen volcánico, llena de formaciones rocosas de piedra blanca que llegan hasta el mar y de playas de arena blanca deslumbrante. 

Procedentes de Folegandros, bordeamos primero las costas sur y oeste de la isla, disfrutando de las grutas y farallones rocosos entre aguas turquesas.





De repente, entre las paredes rocosas, oímos los chirridos de un ave: es un halcón de Eleonor, una rapaz endémica de las islas del Mediterráneo, que acude raudo a su nido para alimentar a los polluelos.

Tras bordear la costa oeste, nos dirigimos al interior de la isla a través de su enorme golfo en donde se encuentra, al final, el puerto de Adamantas. Atracamos y cogemos un bus hasta la capital, Plaka, ubicada en lo alto de un acantilado.

Desde allí, la vista del golfo y de los islotes cercanos es espectacular.

El resto de la tarde consiste en agradables paseos por entre iglesias y callejuelas llenas de flores y gatos.



martes, 21 de mayo de 2013

Isla Folegandros

Folegandros, Islas Cícladas, Grecia. Folegrandros...otra de las maravillas por descubrir en el Egeo. Situada al NW de la famosa y concurrida Santorini, Folegandros ofrece toda la paz y tranquilidad del mundo que aquélla perdió hace tiempo. Sus 700 habitantes viven tranquilos en esta especie de bastión del Mediterráneo de apenas 30 km2.Nos acercamos por mar procedentes de Pano Kofunisi, tras haber bordeado las Cícladas Menores, y la costa sur de las peladas islas de Ios y Sikinos. En el horizonte, hacia el Sur, se disipa el volcán de Santorini, pero nuestro rumbo no se ve perturbado por el canto de las sirenas procedente de la turística isla y seguimos firmes hacia nuestro destino. El mar calmado como una balsa de aceite, da esa sensación tan excepcional de sosiego total. 

El agua y el cielo se funden, el horizonte ha desaparecido..

Unas horas después llegamos a la bahía de Karavostasis, en Folegandros. Afuera, algún que otro velero aguarda su turno para atracar.

En el pueblo costero de Karavostasis apenas se ve un alma.

Pero lo mejor todavía está por llegar. Cogemos el bus local que nos lleva hasta la población principal o Chora (que quiere decir "pueblo" en griego), un localidad totalmente peatonal llena de encanto. La parada del autobús está situada en un mirador. Asomamos la cabeza y nos quedamos atónitos ante la vista magnífica de los acantilados blancos desplomándose abruptamente hasta un mar infinito y azul.

Chora Folegandros está situado al borde del acantilado, a 200 m sobre el nivel del mar. Un camino serpenteante conduce hasta la iglesia de Panaghia, desde donde hay una vista excepcional del pueblo y del mar Egeo.



El pueblo es de lo más rústico, especial-mente en su zona medieval o Kastro, una reliquia del siglo XIII: calles estrechas y empedradas, casas blancas, geranios, buganvillas e hibiscus por doquier, plazas con tentadoras mesitas, gente local bebiendo su ouzo o tomando una matsata, especialidad de la isla a base de pasta acompañada de conejo o pollo.

Folegandros conserva todavía su originalidad, pero la isla se está convirtiendo en un destino muy "fashionable" y es de esperar que esta atmósfera no dure mucho tiempo más...así que si queréis ir, no os demoréis demasiado.

domingo, 19 de mayo de 2013

Pano Koufonisi, una isla para desaparecer

Pano Koufonisi, Cícladas Menores, Grecia. Hoy os voy a contar uno de mis secretos mejor guardados. Al fin y al cabo, parece ser que este blog no lo lee tanta gente, solo mis amigos, seguidores, y algún que otro despistado extranjero que entra esporádicamente. 

Resulta que cerca de la isla de Naxos existe un grupito de islas pequeñas, conocidas como las Cícladas Menores, relativamente poco frecuentadas por el turismo. Una de ellas, Pano Koufonisi (o Koufonisi Superior) es una auténtica joya. Se llega en ferry, y si pensáis ir podéis informaros aquí.

Nos aproximamos a Pano Koufonisi por su costa este, procedentes de Paros. Ha sido una travesía tranquila, con aguas muy calmadas. Luce una luz espléndida.

Tras bordear la costa sureste de la isla, nos dirigimos al pueblo principal, Koufonisi, donde nos esperan unos amigos de Barcelona. Solo desembarcar nos percatamos que éste es un lugar diferente. El pueblo, frente a una tranquila playa de arena dorada, vieve en paz y en armonía con el entorno. Fuera, las barcas de pescadores mecen suavemente sobre el agua calmada de la bahía. Yates...ni uno.




Isla de playas de arena blanca, Koufonisi tiene las aguas más claras y azules de todas las Cícladas. Sus 260 habitantes viven de la pesca y la agricultura principalmente, aunque en los últimos años se han ido abriendo al turismo. Aún así, conserva todo el encanto y originalidad de las islas griegas de antaño.


Una vez recorrida la parte costera y la playa, nos adentramos por los callejones del pueblo. Un anciano me mira con cara sorprendida desde su balcón blanquiazul ribeteado de buganvillas.

Nuestros amigos, grandes expertos en Pano Koufonisi (de hecho ha sido gracias a ellos que hemos descubierto este maravilloso lugar) proponen tomar un ouzo en el otro puerto, frente a un antiguo molino. Se ha puesto el sol y las luces y la calma hacen acto de presencia.
Finalmente, cenamos en un restaurante vecino, regentado por un antiguo capitán de barco quien amablemente nos invita a entrar a la cocina para seleccionar a dedo el pescado que más nos apetezca. Allí se encuentra también su oficina, junto a los aparatos de radar y de sónar de su antigua embarcación.


Qué pena: no recuerdo el nombre del restaurante, pero si pensáis llegar hasta allí, imprimid esta última foto y preguntad por la zona por ese hombre. Comeréis de maravilla, a base de pescado fresco, en una terraza frente al puerto del molino.  

viernes, 17 de mayo de 2013

Isla de Paros

Naoussa, Paros, Islas Cícladas, Grecia. El barco pone rumbo SE desde Kythnos, dirección a la isla de Paros. Nuestro puerto de atraque: Naoussa, pueblo de pescadores típicamente griego ubicado en una tranquila bahía al norte de la isla.
Paros es la tercera isla en tamaño de las Cícladas y un lugar muy concurrido en verano por los windsurfistas, atraídos por los fuertes vientos que aquí reinan durante esa época del año.
Al aproximarnos a la isla por su extremo norte, una solitaria ermita blanca de techo azul nos da la bienvenida. Enfrente, las casas blancas de Naoussa y su magnífica iglesia, invitan a un paseo.

Pronto averiguamos que Naoussa es una de de esas localidades que se ha convertido en destino cosmopolita de los ricos. Su puerto recuerda un poco al de Mikonos, con los baretos y mesas frente al mar. Aún así, ha sabido mantener el carisma y autenticidad del típico pueblo pescador griego, de casas blancas y floridas, y callejuelas laberínticas llenas de tabernas.




En la cima del pueblo, al final de una cuesta, se encuentra la iglesia Kimissis tis Theotokou (Iglesia de la Ascensión de la Virgen) iluminada por las últimas luces del día.


En el puerto, los numerosos restaurantes preparan las mesas para los turistas que hoy se encuentran en este lugar lleno de encanto.


Un poco más allá, en una antigua casa frente al mar, un viejo pescador del pueblo, ahora retirado, juega al backgammon con su hijo que ha venido a verlo desde Atenas. En su mirada asustada se adivina una vida de grandes aventuras marinas interrumpidas hoy por una crisis inesperada.