domingo, 2 de marzo de 2014

Northern Lights safari




Tromsø, Isla de Tromsøya, Noruega

Nunca me habría imaginado que mirar auroras boreales pudiera ser un negocio tan productivo como el que presencié anoche.

Fue llegar a la ciudad norteña de Tromsø, a 400 km al N del círculo polar ártico, y darme cuenta enseguida que, como yo, había miles de turistas que habían venido hasta aquí con un único objetivo: ver y fotografiar las auroras boreales.

Las numerosas agencias que aquí en Tromsø organizan las salidas comienzan a recibir un montón de gente a eso de las 6 de la tarde. Docenas de autocares repletos de turistas de todo el mundo (aunque los japoneses dominan) esperan fuera con los motores encendidos, listos para la caza de la aurora.



Mi agencia es la Arctic Guide Service, una de tantas en la ciudad. La salida cuesta unos 100 euros por persona. Un rápido cálculo me dice que solo esta compañía, con tres autocares ahí fuera, con cabida para unas 50 personas cada uno, debe facturar unos 15.000€ por noche, non-stop, desde octubre hasta mayo, lo que equivale a un total aproximado por temporada de 3 a 4 millones de euros. ¡Eso sí que es business! Ricardo y Fernando, dos españoles simpatiquísimos y super amables con el personal, parecen haber encontrado aquí la solución a la crisis. Van a ser nuestros guías en el autocar.

Ante un negocio tan industrializado y masificado, uno inevitablemente piensa que la salida puede acabar en una memorable turistada. Pues no: resulta que una vez fuera de Tromsø, los autocares se dispersan y recorren durante más de 6 horas varios puntos idóneos del interior y de la costa buscando cielos despejados, bellos fondos para las fotos, ausencia de contaminación lumínica y, naturalmente, máxima intensidad de las auroras.

Nuestro autocar hace tres paradas. La primera es de tipo "más vale pájaro en mano...", es decir, aunque el lugar no era el ideal, el cielo estaba tan despejado y las auroras tan intensas que Ricardo pide al conductor que pare en una zona de parking de la carretera, no sea caso que luego se nuble y no veamos nada. Estos son los primeros resultados:






¡Increíble!

Contrariamente a lo que me esperaba, fuera hace un frío soportable, con tan solo 3-4º C. El ambiente reinante es óptimo porque ante semejante espectáculo todo el mundo está impresionado y contento. Todos queremos inmortalizar ese momento con una foto nuestra y aurora, la reina de la noche. Fernando y Ricardo, con toda la paciencia del mundo y sin recargo, nos van haciendo las fotos para que luego uno se las pueda bajar de Facebook. Estos son algunos ejemplos (la mía todavía no la han colgado...sigh):


Otra de las cosas que me deja parado es la calidad de las instantáneas obtenidas por todos. La mayoría ha venido con su trípode y llevan cámaras que van desde buenas a muy del montón. Da igual, hoy en día la fotografía digital permite obtener buenos resultados sin tener un gran conocimiento de la técnica y con cámaras relativamente baratas. Ojo los profesionales porque el amateur se está poniendo las pilas en eso de la fotografía: ¡la gente saca cada vez mejores fotos! 



La primera parada dura más de una hora. Al acabar, todo el mundo está contento y en el autocar se respira buen rollo. Un grupo de andaluces de Jerez animan el ambiente con sus comentarios salerosos, ¡hasta se han traído vino de la península!

El bus re-emprende la marcha y durante hora y media nos lleva por carreteras del interior hasta un lugar perdido en el monte. Allí tiene lugar nuestra segunda sesión. De verdad...yo no tengo palabras para describir esto. Es realmente de las cosas más bonitas que he visto en la vida. 



La tercera parada se produce en un fiordo: por desgracia se ha nublado un poco y las auroras casi no se ven. Da igual, la noche ha sido muy productiva. Llegamos de vuelta a Tromsø tocada la 1 de la madrugada. 

Realmente esta ha sido una de esas noches inolvidables. Os lo recomiendo, si podéis venid algún día a contemplar esta maravilla de la naturaleza: no os arrepentiréis.

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