lunes, 31 de agosto de 2015

La isla de los lémures, Madagascar



PN de Andasibe, Madagascar

De la reserva de Peyreras seguimos hasta nuestro lodge, el Vakona Lodge, situado cerca de la población de Andasibe y en pleno parque nacional de Mantadia, de 13.000 hectáreas de extensión. Sin duda, la mejor opción para albergarse en esta zona, en medio de la jungla y rodeado de agua.



De allí nos desplazamos hasta la isla de los lémures (creo nos vamos a hartar de ver esos animales). Se trata de un trozo de tierra separado del resto del parque por una estrecha franja de agua que impide salir a los lémures. Si hay algo que esos simios odian es nadar, aunque más de uno parece estar dispuesto a probar otros medios:



Un agradable paseo por el lugar permite avistar varias especies de estos animalejos que, al principio son muy simpáticos porque se te suben a la cabeza y esas cosas que hacen tanta gracia, hasta que uno se orina encima tuyo y ya la cosa cambia. El “ven monito, ven” se transforma rápidamente en un “largo de aquí bicho”.

Aun así, alguno, como este ejemplar de lémur de collar blanco y negro, se deja fotografiar a tocar de morro sin ningún reparo:





El día acaba con una paseada nocturna que resulta ser un fiasco. Dicen que los animales, por la noche, se acercan al asfalto de la carretera atraídos por el calor. Así que allí vamos después de cenar. Caminamos una hora con linternas, pero lo más que llegamos a ver son 4 camaleones enanos y un lémur nocturno...de espaldas. Para colmo, a la vuelta, el van se queda sin batería. Pero bueno, paciencia y buen humor que esto no es occidente.

domingo, 30 de agosto de 2015

Parque Nacional de Andasibe-Mantadia



Andasibe, Madagascar

Hace mucho frío en Antananarivo (Tana para los amigos). El termómetro marca 12ºC, lo cual, viniendo de la ola de calor de este mes de Julio en Barcelona, es de agradecer…bueno, hasta cierto punto.



En el hotel de Tana, el día amanece despejado, con humedales frente a la terraza y con el skyline de la ciudad de fondo. Pero esa idílica estampa se transmuta rápidamente en otra mucho más cruda al mirar por la ventana del van que nos lleva hasta el parque nacional de Andasibe-Mantadia, 150 km al este de la ciudad. Aquellos pocos edificios que se veían a lo lejos desde el fantástico hotel, han estado ahora substituidos por casas rudimentarias y sencillas, repletas de niños descalzos que se protegen del frío, en calles llenas de gente que va y viene, en mercados sucios y caóticos. Y es que, nos dice el chófer, Madagascar es uno de los países más pobres del mundo, con un 70% de la población que sobrevive con menos de 2 euros al día. Un país de gente pobre, pero riquísimo en recursos naturales, un país donde crece cualquier semilla, abundan los minerales y las piedras preciosas, hay petróleo, etc… pero que, como en tantas otras partes de este injusto planeta, todo acaba en los bolsillos de solo unos cuantos.

En fin, tras una hora y media de trayecto llegamos a una especie de parque temático de la naturaleza, la reserva de Peyreras, en donde contemplamos nuestros primeros lémures y camaleones.

Los lémures son primates que llegaron a Madagascar accidentalmente desde Africa (seguramente subidos en un tronco a la deriva) hace unos pocos millones de años. Aquí se diversificaron en un centenar de especies, y hoy forman parte de los pocos mamíferos endémicos de la zona. 
En Peyreras, un sifaka de Coquerel, un lémur "más o menos" asilvestrado aquí en esta reserva, acude a comer trozos de coco que gentilmente han colocado los guardas:



Los camaleones, en cambio, seguramente ya estaban aquí cuando la isla se separó del continente. Son unos seres curiosísimos, tanto de aspecto como de comportamiento: eso de que cada ojo vaya por su lado nunca ha dejado de sorprenderme. 
Ah, y el cambio de color no es para camuflarse sino para expresar cambios de humor.





Pero hay más: desde un sapo más parecido a un tomate extraterrestre que a un batracio...



Hasta geckos tan bien camuflados que uno no sabe donde acaba el gecko y donde empieza la hojarasca




Realmente este es un mundo aparte!

viernes, 28 de agosto de 2015

Rumbo a Madagascar



Vuelo Air-France a Antananarivo

Después de casi 8 meses de sequía bloguera (y también viajera), reemprendo mi actividad con una nueva isla, una isla enorme, una isla-continente: Madagascar.




Todavía en el avión, por ahora lo que puedo decir de mi destino es lo que pone en Wikipedia. Para mí destacan tres cosas:

Primero que se trata de la 4ª isla más grande del mundo, lo que significa que para recorrerla hay que hacer una porrada de kilómetros.

Segundo, que geológicamente hablando la isla se separó del continente africano hace 88 millones de años, con lo que la fauna y flora han evolucionado a su aire. Ello ha determinado que el 90% de su vida salvaje sea endémica, es decir, que solo se encuentre aquí. Así que me esperan unos días muy apasionantes en lo que al avistamiento de nuevas especies de aves se refiere. Pero, con el permiso de los pájaros, también hay otro gran grupo de habitantes peculiar y característico de este lugar que me hace mucha ilusión conocer: los lémures, los primates de esta isla.


Tercero, y aunque parezca mentira, Madagascar no conoció al ser humano hasta los albores de nuestra era cristiana. Sus 22 millones de habitantes actuales tienen su origen en una etnia malaya que llegó a la isla durante el siglo I, y que más tarde se mezcló con individuos procedentes del este de Africa. Fue colonia francesa hasta 1960, año que se independizó.

Pero ya os iré contando. Por el momento acabo de ver Interstellar en el monitor del asiento de delante, doblada en mejicano “ay güey, pues agarra tú los mandos” -le dice el protagonista al segundo de a bordo. Increíble. Es una película interesante para quien le guste la física, pero tiene un fallo gordo: cuando un viajero entra en un agujero negro no puede enviar ningún mensaje fuera porque nada, ni siquiera la luz, puede salir de un agujero negro. Además, en el momento en que el intrépido viajero osa entrar en uno de ellos, el Universo donde nació (la Tierra y todo lo que vemos) ya ha llegado al final de sus tiempos, ya ha acabado su historia. En la película, ambos fenómenos son ignorados por el guionista que hace que el protagonista se comunique con su hija mediante clave morse, e incluso se reúna con ella al final de la vida de ella. Pero bueno, Hollywood es hollywood.