viernes, 28 de agosto de 2015

Rumbo a Madagascar



Vuelo Air-France a Antananarivo

Después de casi 8 meses de sequía bloguera (y también viajera), reemprendo mi actividad con una nueva isla, una isla enorme, una isla-continente: Madagascar.




Todavía en el avión, por ahora lo que puedo decir de mi destino es lo que pone en Wikipedia. Para mí destacan tres cosas:

Primero que se trata de la 4ª isla más grande del mundo, lo que significa que para recorrerla hay que hacer una porrada de kilómetros.

Segundo, que geológicamente hablando la isla se separó del continente africano hace 88 millones de años, con lo que la fauna y flora han evolucionado a su aire. Ello ha determinado que el 90% de su vida salvaje sea endémica, es decir, que solo se encuentre aquí. Así que me esperan unos días muy apasionantes en lo que al avistamiento de nuevas especies de aves se refiere. Pero, con el permiso de los pájaros, también hay otro gran grupo de habitantes peculiar y característico de este lugar que me hace mucha ilusión conocer: los lémures, los primates de esta isla.


Tercero, y aunque parezca mentira, Madagascar no conoció al ser humano hasta los albores de nuestra era cristiana. Sus 22 millones de habitantes actuales tienen su origen en una etnia malaya que llegó a la isla durante el siglo I, y que más tarde se mezcló con individuos procedentes del este de Africa. Fue colonia francesa hasta 1960, año que se independizó.

Pero ya os iré contando. Por el momento acabo de ver Interstellar en el monitor del asiento de delante, doblada en mejicano “ay güey, pues agarra tú los mandos” -le dice el protagonista al segundo de a bordo. Increíble. Es una película interesante para quien le guste la física, pero tiene un fallo gordo: cuando un viajero entra en un agujero negro no puede enviar ningún mensaje fuera porque nada, ni siquiera la luz, puede salir de un agujero negro. Además, en el momento en que el intrépido viajero osa entrar en uno de ellos, el Universo donde nació (la Tierra y todo lo que vemos) ya ha llegado al final de sus tiempos, ya ha acabado su historia. En la película, ambos fenómenos son ignorados por el guionista que hace que el protagonista se comunique con su hija mediante clave morse, e incluso se reúna con ella al final de la vida de ella. Pero bueno, Hollywood es hollywood.

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