domingo, 6 de marzo de 2016

Mahé: fin de viaje


Victoria, Mahé, Seychelles

El MS Island Sky amanece en el muelle de Port Victoria, la capital de Seychelles. Es el primer y último muelle que vemos desde que zarpamos de Richard's Bay, en Sudáfrica, hace 14 días. Hemos navegado 4.000 km y visitado 9 islas.


Tomamos nuestro último desayuno a bordo y comienza el baile de e-mails, abrazos, besos, y despedidas. Ha sido un gran travesía y he conocido gente muy interesante y entrañable.

Pero el viaje en sí no acaba aquí: durante todo el día visitaremos la capital y diferentes lugares de la isla Mahé. Me hace ilusión volver a verla después de 10 años (click)


Map of Mahé (Seychelles)

Victoria, la capital del país, es una ciudad con solo 26.000 habitantes. Aquí reside un tercio de los seychellianos. En la calle se habla el criollo seychelliano, un patois con una fuerte base de francés aunque no se entiende ni papa. Pero los seychellianos (gente muy educada) hablan y entienden también el francés y el inglés: son verdaderos trilingües. La visita comienza por la famosa tour de l'horloge en el corazón de la ciudad:



Económicamente, Seychelles ostenta dos récords curiosos: por un lado tiene la renta per capita mayor de toda Africa, pero a la vez, es el país mas endeudado (per capita) del mundo. Para colmo, es paraíso fiscal.


Muy cerca del centro está el mercado, donde a uno no le da precisamente la idea de estar en un país "tan rico".




Y un poco más allá, nada más atravesar la calle del mercado, un curioso y sorprendente templo hindú.



A continuación, después del paseo y la sudada correspondiente (sigue haciendo un calor y una humedad casi insoportables) el minibus nos lleva al jardín botánico de la ciudad. Destacan, como no, las palmeras de coco-de-mer (cuyo bosque principal está en la isla de Praslin)



Esta palmera da un fruto, el famoso coco-de-mer, cuya forma de pelvis femenina lo ha convertido en el símbolo de país:




El jardín botánico es un buen lugar para ver algunas especialidades ornitológicas de Mahé, como el foddy de las Seychelles y el suimanga de las Seychelles:




Una sinuosa carretera nos lleva hasta el Mission Lodge, donde en 1879 había una misión católica y desde cuyo mirador se divisa una fantástica vista.



De bajada hacemos una parada en la carretera para ver la capital desde lo alto. Desde aquí se aprecia el Edén Island una reciente marina construida con toda suerte de villas, casas y apartamentos de alto copete.



Finalmente, el bus nos deposita en un hotel de la playa más concurrida de Mahé, la zona conocida como Beau Vallon: es una pena acabar un viaje como este (en el que hemos visitado tantas islas deshabitadas y hemos disfrutado de tanta naturaleza) en un lugar tan turístico como esta playa y este paseo abarrotado de turistas. Pero bueno, quizás sirva ello para suavizar lo que será un impacto todavía mayor: la llegada a Barcelona!



Por la tarde, a eso de las 5, comienzan a desfilar los primeros autobuses hacia el aeropuerto. El viaje, ahora sí, ha tocado a su fin. Gracias por seguirme y hasta pronto!

sábado, 5 de marzo de 2016

Alfonse, la isla-hotel




Isla Alfonse, Seychelles

Llegamos a nuestra última etapa antes del desembarco final en Mahé, que tendrá lugar mañana. Es la isla Alfonse, al sur de las Amirantes. El grupo Alfonse está formado por tres islas: Alfonse, Bijoutier y Saint Pierre. El MS Island Sky fondea frente la isla central  Bijoutier, un islote tipo Robinson Crusoe cuya cara oeste está siendo fuertemente castigada en los últimos años por la erosión marina.



Alfonse tiene forma de punta de lanza, dividida en dos por una pista de aterrizaje, como si hubiera pasado una afeitadora.



Hoy Alfonse es una isla transformada en hotel de lujo: el Alfonse Island Resort. Accedemos con las zodiacs al lagoon por la passe, y tomamos tierra en la playa del hotel. Un corto paseo por las instalaciones no ofrece mayor interés que el de una caminata por zonas ajardinadas totalmente impersonales: cocoteros (importados), césped, pistas de tenis, la pista de aterrizaje, cochecitos eléctricos...




Llegamos a la recepción, donde hay una gran piscina, una barra de bar, hamacas... pero casi no hay clientes.




Hasta aquí todo bastante aburrido hasta que me acerco al bar a tomar una coke bien fría y aparece una chica joven y morena que trabaja como voluntaria en el Island Conservation Society (ICS). Hola! com anem? -me dice con un fuerte acento catalán. Mis ojos se abren como los de un 
búho. Resulta que uno de los guías ya le había advertido que viajaba un catalán en el grupo. No m'ho puc creure! -le contesto. Es Ari, una chica de Tarragona. Lleva años en la zona, entre la isla de Desroches (donde hay otro hotel) y Alfonse. Aquí trabaja para la ICS, en la cría de tortugas gigantes importadas de Astove (isla vecina a Aldabra). Esta es su oficina:




Contenta y feliz con su trabajo, me muestra las tortugas gigantes bebés, de un mes de edad. Me emociona pensar que este bicho que sostiene en sus manos vivirá probablemente hasta el año 2.200. Para esas fechas, el hombre habrá colonizado Marte, la gente vivirá inmersa en una realidad virtual (que será indistinguible de la real), sus cerebros estarán conectados vía interfaz integrada al ordenador, los robots lo inundarán todo, los bebés serán à-la-carte... y ella, esa tortuguita se habrá hecho grande y anciana, y podrá ver esta foto de cuando era un bebé sostenido por uno de aquellos humanos que, en aquella época, todavía eran felices.





Y poca cosa más en Alfonse. Me despido de Ari, y le digo que le haré llegar este post cuando lo escriba, oséase, hoy.

viernes, 4 de marzo de 2016

Farquhar, el atolón de la basura



Farquhar, Seychelles

Ayer tarde, zarpando de Cosmoledo, subí al último piso del SM Island Sky, el observational deck, para disfrutar del paisaje marítimo. Peter, unos de los guías, se pasó horas con su teleobjetivo tratando de pillar los peces voladores que levantaba el barco a su paso. La verdad es que consiguió unas fotos increíbles:





Los alcatraces también lo saben y planean todo el día por encima del barco, suspendidos por el aire que éste levanta, inmóviles, esperando a que salgan zumbando los peces voladores. Entonces se lanzan como flechas a cazarlos, y alguna vez (pocas) se salen con la suya tras unas maniobras aéreas que te dejan boquiabierto.




Un nuevo día de navegación y nos plantamos en otro de los atolones de las Outer Islands de las Seychelles: el grupo Farquhar, formado por los atolones Farquhar, Providence, y la isla Saint Pierre. El área total de tierra emergida es de solo 11 km2.


Farquhar fue descubierta en 1504 por João de Nova, y así se llamó hasta 1824, fecha en que adoptó el nombre del primer gobernador de Isla Mauricio, Sir Robert Townsend Farquhar.

En la isla hay una estación científica perteneciente al Island Conservation Society. Allí trabaja Aurélie, que nos recibe amablemente en la playa. Pinchad aquí para ver un video hecho por ella en un perfecto frenchglish:



Nuestra aproximación a Farquhar es por la North Island, pero de nuevo el mar está demasiado movido y el capitán decide desembarcar por las playas de la South Island, frente a la passe Manaha: 


Como siempre, sale primero la zodiac de los guías para comprobar que el desembarco en la playa sea adecuado.



En la costa nos recibe Aurélie, la chica francesa de la estación. Lleva aquí la tira de meses. Me dice que su abuelo era español y que le encanta mi lengua. Le pregunto si no se aburre, y me dice que, en verdad, su trabajo aquí es bastante estresante! "Me levanto cada mañana con un programa del día muy concreto, y hay que cumplirlo". Stress es lo último que esperaba de un lugar así.

Pero pronto me doy cuenta de lo que quería decir: la arena está hecha un vertedero. En playas idílicas como esta acaban los plásticos, tubos, chanclas y otros desechos no biodegradables de nuestro mundo occidental: una auténtica desgracia medioambiental que voluntarias como Aurélie tratan de paliar. Mirad este preocupante artículo de 2015:



Pero bueno, a ver... tampoco toda la arena está en este estado miserable. Si buscas un poco también puedes obtener fotos como las de Sue:




Y cómo no, a la hora de volver al barco volvemos a quedar atrapados por la marea baja: es que no hay manera!

jueves, 3 de marzo de 2016

Cosmoledo, donde solo viven aves



Cosmoledo, Aldabra Group, Seychelles

A unas 80 millas náuticas al este de Aldabra se encuentra el atolón de Cosmoledo, de naturaleza coralina y con 
una extensión total (contando el lagoon) de 145 km2, pero con tan solo 5 km2 de tierra firme. No es de extrañar, pues, que aquí no viva nadie. Existía una estación pesquera y tortuguera hasta 1992, pero fue abandonada posteriormente. Su interés es principalmente ornitológico pues concentra las colonias reproductoras más numerosas de las 3 especies de piqueros (alcatraces) del país. La de piquero patirrojo es incluso la mayor de todo el Océano Indico, con 15.000 parejas reproductoras.






El MS Island Sky fondea en la parte sur, frente a la grande passe. Hoy no habrá grandes caminatas, porque, sencillamente, casi no hay tierra firme, pero sí hacemos un buen tour en zodiac por el interior del lagoon para contemplar de cerca las aves, abundantísimas en esta isla deshabitada.




Esos son los tres piqueros: el piquero patirrojo, el más abundante:




El piquero enmascarado:



Y el piquero pardo, el más raro en esta isla.



También abundan los rabihorcados (fragatas) pero muy pocas parejas se reproducen aquí y lo hacen en Aldabra (es como si cada especie tuviera su isla):



Durante el trayecto en zodiac, vamos parando y observando con calma todo lo que se mueve. Encima nuestro sobrevuela una nube perenne de piqueros y otros bichos. De repente aparecen unas garzas dimórficas entre el coral petrificado, una con trazos de blanco y la otra oscura. En esta especie se dan individuos 100% blancos, 100% oscuros, y aves con ambos rasgos a la vez. Eso sí, todos comparten unos vistosos pies amarillos:



Como en cualquier otro lugar tropical, no podían faltar las tiñosas (noddies), primas de nuestros charranes:



Al cabo de un buen rato, sale el sol y paramos en una playuela, rodeados de nidos de piqueros y charranes. No se espantan; claro, probablemente no han visto nunca un ser humano. Qué ilusos: si supieran lo malos que podemos llegar a ser...






La visita a la isla dura media mañana, aprovechando la marea alta. Pero como siempre, hemos de regresar al barco antes de lo que nos gustaría porque la marea comienza a bajar y no queremos quedarnos atrapados de nuevo. Qué pena porque el lugar, con los nubarrones de fondo, las miles de aves, y la idea de estar tan apartados de todo, tiene mucho encanto.