sábado, 5 de marzo de 2016

Alfonse, la isla-hotel




Isla Alfonse, Seychelles

Llegamos a nuestra última etapa antes del desembarco final en Mahé, que tendrá lugar mañana. Es la isla Alfonse, al sur de las Amirantes. El grupo Alfonse está formado por tres islas: Alfonse, Bijoutier y Saint Pierre. El MS Island Sky fondea frente la isla central  Bijoutier, un islote tipo Robinson Crusoe cuya cara oeste está siendo fuertemente castigada en los últimos años por la erosión marina.



Alfonse tiene forma de punta de lanza, dividida en dos por una pista de aterrizaje, como si hubiera pasado una afeitadora.



Hoy Alfonse es una isla transformada en hotel de lujo: el Alfonse Island Resort. Accedemos con las zodiacs al lagoon por la passe, y tomamos tierra en la playa del hotel. Un corto paseo por las instalaciones no ofrece mayor interés que el de una caminata por zonas ajardinadas totalmente impersonales: cocoteros (importados), césped, pistas de tenis, la pista de aterrizaje, cochecitos eléctricos...




Llegamos a la recepción, donde hay una gran piscina, una barra de bar, hamacas... pero casi no hay clientes.




Hasta aquí todo bastante aburrido hasta que me acerco al bar a tomar una coke bien fría y aparece una chica joven y morena que trabaja como voluntaria en el Island Conservation Society (ICS). Hola! com anem? -me dice con un fuerte acento catalán. Mis ojos se abren como los de un 
búho. Resulta que uno de los guías ya le había advertido que viajaba un catalán en el grupo. No m'ho puc creure! -le contesto. Es Ari, una chica de Tarragona. Lleva años en la zona, entre la isla de Desroches (donde hay otro hotel) y Alfonse. Aquí trabaja para la ICS, en la cría de tortugas gigantes importadas de Astove (isla vecina a Aldabra). Esta es su oficina:




Contenta y feliz con su trabajo, me muestra las tortugas gigantes bebés, de un mes de edad. Me emociona pensar que este bicho que sostiene en sus manos vivirá probablemente hasta el año 2.200. Para esas fechas, el hombre habrá colonizado Marte, la gente vivirá inmersa en una realidad virtual (que será indistinguible de la real), sus cerebros estarán conectados vía interfaz integrada al ordenador, los robots lo inundarán todo, los bebés serán à-la-carte... y ella, esa tortuguita se habrá hecho grande y anciana, y podrá ver esta foto de cuando era un bebé sostenido por uno de aquellos humanos que, en aquella época, todavía eran felices.





Y poca cosa más en Alfonse. Me despido de Ari, y le digo que le haré llegar este post cuando lo escriba, oséase, hoy.

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